Buscaste tu propia calor,
traspasando los límites transfronterizos
entre el bien y el mal,
sin pagar ni tasas ni peajes de conciencia,
sin síntomas de moral arrepentida
o fiebre de honestidad...
Y te quemaste.
traspasando los límites transfronterizos
entre el bien y el mal,
sin pagar ni tasas ni peajes de conciencia,
sin síntomas de moral arrepentida
o fiebre de honestidad...
Y te quemaste.
Querías comer,
darte un banquete con las sobras, aún calientes,
alimentado a tu ego ebullicente
sin mirar sobre quien caían las migajas
de tu gula, con cierto sabor a infancia,
por ser el centro, por ser alguien...
darte un banquete con las sobras, aún calientes,
alimentado a tu ego ebullicente
sin mirar sobre quien caían las migajas
de tu gula, con cierto sabor a infancia,
por ser el centro, por ser alguien...
Y te comieron.
Te disfrazaste
con unas viejas anteojeras de cartón y hueso
para no dejar de centrar la vista
en el único punto de tu lista de propósitos para año nuevo:
admirar hasta hacer brillar
al agujerito sucio de tu ombligo.
Te disfrazaste
con unas viejas anteojeras de cartón y hueso
para no dejar de centrar la vista
en el único punto de tu lista de propósitos para año nuevo:
admirar hasta hacer brillar
al agujerito sucio de tu ombligo.
Pero se te acabarán cayendo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No olvides firmar tu comentario: